Dione Piedrahíta Velásquez es una vendedora informal del Centro que se levanta todos los días a las 3:00 a.m. a preparar el tinto y los emparedados que vende en su puesto, en jornadas que superan las 12 horas de trabajo, a merced del sol y la lluvia, para aportar el sustento a su familia.
Ella es una de las 200 personas que se dedican a las ventas informales y que fueron seleccionadas en la segunda convocatoria del Fondo Público de la Alcaldía de Villavicencio, por medio de la cual cada beneficiario recibió 500 mil pesos, tras un proceso de postulación ante la Secretaría de Competitividad y Desarrollo, con el apoyo de la Secretaría de Control Físico.
“No tenía para surtido y el carro se me había dañado. Pero gracias a esa ayuda ya pude surtir, pude arreglar el carrito y ya puedo trabajar otra vez”, dijo Dione, quien usó el apoyo del fondo para comprar media caja de panela, café y dulces, entre otros productos.
Por su parte, Luis Alberto Espitia es un vendedor que lleva trabajando más de 33 años en las calles de Villavicencio y dice que es la primera vez que presencia una estrategia como esta, que le permitió comprar surtido de chanclas, plantillas para zapatos y gorras. “La convocatoria del fondo público me parece una cosa muy buena, es algo que gracias al alcalde Felipe Harman se hizo en esta oportunidad. Tengo que resaltar que ha sido el único que ha hecho esta iniciativa”, afirmó Luis, que apoya con su trabajo a una hija, un hijo y un nieto.
Dione como Luis son solo dos de los 200 beneficiarios de esta convocatoria que marcó un antes y un después en la generación de oportunidades para los vendedores informales y sus familias.
