Lo más importante es seguir utilizándolo en espacios cerrados: las posibilidades de contagio son diferentes estando afuera que adentro.
En un contexto de pandemia como el actual no es lo mismo caminar en un parque en el que hay cuatro personas, que caminar en un parque en medio de una multitud. La probabilidad de contagiarse de covid-19 en cada caso es distinta, en el primero es menor y en el segundo es mayor.
Han sido varios los países que han tomado una decisión similar (eliminar el uso de tapabocas en espacios abiertos). Sin embargo, la mayoría de ellos (Estados Unidos, Israel, Reino Unido y España) tuvieron que echarse para atrás por el aumento exponencial de casos.
Frente a estos antecedentes, y para que la medida menos restrictiva se mantenga en el país, es importante tener claridades, recordar la evidencia científica disponible y lo aprendido hasta ahora.
Uno de los principales inconvenientes vividos en aquellos países fue que, al momento de flexibilizar el uso de este elemento en los espacios abiertos, se entendió erróneamente que aplicaba igual para los espacios cerrados, y nada más lejos del autocuidado.
Para que no se confunda piénselo así: un espacio al aire libre es uno sin paredes ni techo, en el que el viento circula permanentemente y sin dificultad.
Ahora bien, si se enfrenta a los pasillos exteriores de un centro comercial, las graderías de un estadio a cielo abierto o la ciclovía, analice el riesgo de contagio en razón de tres puntos: qué tanto circula el aire, qué tantas personas hay y qué tan cerca las tiene.
La probabilidad de infectarse aumenta si no hay corrientes de aire y si hay muchas personas cerca, a menos de 2 metros de distancia.
Recuerde que el SARS-CoV-2 se transmite a través del aire mediante aerosoles: partículas muy pequeñas de saliva y fluido respiratorio que son emitidas al hablar, cantar, exhalar o gritar.
El tapabocas evita que estas salgan de una persona infectada o que ingresen al sistema respiratorio de alguien sano, es una barrera. Sin él quedan otras dos alternativas que deben cumplirse de manera estricta: la distancia entre individuos (de mínimo 2 metros), porque los aerosoles y las gotas de saliva tienen menos posibilidades de alcanzar grandes distancias, y el aire en movimiento (en espacios exteriores o que se renueve gracias a puertas y ventanas abiertas), porque puede dispersarlas o llevárselas lejos.