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sábado, abril 27, 2024
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Opinión: El incentivo al almacenamiento: ¡Que siga vivo! por Alvaro Orjuela Villalobos

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El Incentivo al Almacenamiento del Grano -IAAG-, resultó tan exitoso que funciona desde el siglo anterior y es llanero de nacencia.

El IAAG nace contra los efectos de la estacionalidad. Al depender de las aguas lluvias, especialmente en el Llano -sin distritos de riego -, sembramos al mismo tiempo que recogemos; generando confusión. Llega el taco (grano), la molinería se asfixia, se genera sobreoferta temporal y se derrumba el precio para los arroceros.

Es importante reconocer que el impacto del incentivo genera un gana-gana-gana; para la molinería, el Gobierno Nacional y los agricultores. ¡Y los consumidores también! Con los tacos de cosecha almacenados, las existencias fluirán con regularidad, mermando los altibajos en el precio que se le paga a los agricultores y controlando los precios de los alimentos para el consumidor.

La molinería tiene las instalaciones, saben manejar el grano y guardan materia prima para atender su mercado todo el año y al acceder al dinero del subsidio del incentivo, pagan el precio pactado con el Gobierno a los productores.

El Gobierno ayuda con una buena proporción de lo mucho que cuesta almacenar; y más si son alimentos perecederos, evitando alborotos de los productores, regulando el mercado, y por ende, los precios al consumidor, labor que hacía el Idema.

En cuanto a los agricultores, su participación es reducida, deben beneficiar el grano (arroz, maíz o soya), es decir, secarlo, limpiarlo y almacenarlo. A ellos, les urge vender pues las deudas los acosan y con el incentivo pueden vender sus cosechas con mejores espacios de comercialización y precios.

Con el incentivo hay ganancia económica, política y social. Esta solución es de común uso en los países productores de materias primas y commodities, dado a que primero: se fortalece la asociatividad contra la lesiva desconfianza de los colombianos, y más entre los agropecuarios, reconociendo las amargas experiencias de trabajar en minga. Segundo: los agrupados con créditos a largo plazo (10 – 15 años e intereses blandos), montan instalaciones de beneficios de granos. Hoy día cada vez más eficientes y de rápida construcción, aunque no todos cuentan con los recursos económicos pues las instalaciones más básicas superan los $3.000 millones.

En la administración Petro, la ministra de Agricultura, insiste en eliminar de tajo el incentivo al almacenamiento del arroz para los molineros, lo cual perjudicaría no solo a productores y comerciantes, sino a todos los colombianos. Pese a que estamos con el cambio, se deben paliar las consecuencias por la desaparición del Idema; sacrificado en aras de obedecer órdenes extranjeras. Hagamos memoria. ¡Que prime la concertación y no se elimine el incentivo!

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