Silencioso, de voz tenue, paso lento, mirada profunda, y sonrisa tímida, así es el maestro José Omar Paéz Ortiz, quien vive del arte y para el arte. Su mayor inspiración es su familia y el amor que tiene por su esposa, la cual “es su mayor inspiración”.
Un hombre humilde oriundo del municipio de La Palma (Cundinamarca), nacido un 23 de noviembre del año 1966, en el seno de una familia conformada por siete hermanos, cinco hombres y dos mujeres. Quien reconoce que todo talento proviene del ser más creativo del mundo: Dios.
El arte nació con él, lo lleva en sus venas, desde siempre ha estado encriptado en su sangre. “Ser artista, pintor, y dibujante nace con uno, yo creo que es un don que en determinada medida, la gracia del Dios del cielo nos regala”, expresó el artista quien también ha sido docente de arte.
Sus padres Ramiro Paéz Zamudio, y María Tránsito Ortiz Vega, lo vieron crecer, y vivir su niñez como cualquier niño de su época, gozando de juegos tan populares como: “las escondidas”, “los ponchados”, “stop”, “las bolinchas o canicas”, y “la golosa”, pero con muchas cohibiciones. “Tuve una niñez muy convencional, nos limitaron mucho, pero con el fin de ser buenos ciudadanos… fuimos bien prote-gidos por papá y mamá”, así recuerda el maestro aquellos primeros años de su vida. en los cuales la información sobre lo que se denomina en el adagio popular “las cosas malas de la vida” fue muy poca, y solo a través del paso de los años, convertido en un joven mayor de edad, inició su experiencia con la mundanidad de su entorno.
Desde niño fue muy buen dibujante, les creaba bosquejos a las niñas, en especial a las más bonitas de su clase. En ocasiones se ganaba 20 centavos de peso por sus creaciones, dinero que gastaba en sus recreos. En el colegio siempre fue el encargado de pintar los murales, y después como docente también dejó la huella de sus pinceladas.
Las obras del maestro Páez están inspiradas en un realismo conceptual, una corriente artística en la que es fundamental que el artista trabaje la pintura y la escul-tura. Sus creaciones y pinceladas, en su mayoría, están marcadas por la línea del oleo sobre el lienzo, talla en madera, oleo sobre lona negra, y escultura en madera. Los caballos, y la mujer, son su gran inspiración.
Aunque sus expresiones artísticas no han traspasado fronteras internacionales sí han llegado a exponerse en escenarios como el Palacio de la Inquisición en Cartagena, en ciudades como Ibagué, además de espacios locales como la Cámara de Comercio de Villavicencio, Centro Comercial Unicentro, y la Asamblea Departamental.
Páez se define como un hombre que cree en la presencia de Dios en su vida, y piensa que «la grandeza de uno no radica en quien soy para el mundo, sino en cómo me siento consigo mismo».