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lunes, noviembre 25, 2024
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El elegido de Nicolás Maduro para meterse en Colombia

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El gobernador del Táchira, Freddy Bernal, se pasea armado entre las barricadas de la frontera entre Colombia y Venezuela, la misma línea limítrofe donde Rusia financió la instalación de radares militares y en la que narcotraficantes colombianos se disputan a sangre y fuego el control de las economías ilegales.

Bernal lleva 49 meses como el emisario de Nicolás Maduro para el Estado más robusto de esa área y es el encargado de buscar contactos con el lado colombiano, a pesar del cerco diplomático, para intentar reanudar el diálogo binacional en temas más allá del tránsito peatonal. Pero también –de acuerdo con inteligencia– tiene la instrucción de buscar meterse a Colombia con otros métodos: ¿está aliado con los actores ilegales?

Los puentes que tiende Bernal del Táchira a Norte de Santander pretenden llegar hasta la Casa de Nariño. Desde febrero ha ido tejiendo acercamientos entre hombres de su grupo, el Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv), y políticos de ese departamento para hablar de lo que sería el día después del 7 de agosto cuando Iván Duque ya no sea Presidente y se termine el relato de “las horas contadas de Maduro”.

Además, es los ojos de Miraflores en una frontera con cinco radares rusos que pueden captar lo que sucede del lado este de las trochas, y en la que el Ejército colombiano tiene desplegados 7.000 comandos y drones que vigilan cualquier amenaza. Y es ahí donde el recién juramentado gobernador del Táchira está buscando todo tipo de amistades para reactivar las relaciones.

Esos acercamientos bajo cuerda se entretejen con todo un relato del intervencionismo caraqueño en Colombia: los seis venezolanos que expulsó el país en mayo de 2021 por las protestas, los otros 60 que había desterrado en noviembre de 2021 y la reciente captura del ciudadano ruso Sergei Vagin –por presuntamente financiar manifestantes y trabajar como ‘hacker’– dan indicios de un posible entramado para dar golpes de opinión en medio de la campaña en la que está Colombia.

Freddy Bernal sostuvo reuniones con funcionarios de la Gobernación de Norte de Santander en 2021. Esos encuentros fueron de carácter público, tenían el visto bueno de ambos palacios presidenciales y se dieron en el marco de una legislación de Colombia que permite a los alcaldes y gobernadores de territorios de frontera entablar relaciones con su contraparte de otro país.

Pero la relación comenzó a distanciarse cuando no consiguió el objetivo de que se reactiven las aduanas, lo que tiene a la economía del Táchira y Norte de Santander aún sin despegar.

El político de 59 años, excomisario del cuerpo de inteligencia señalado de torturar presos (Sebin) se trazó el objetivo de reabrir la frontera para todo: tránsito de vehículos, mercancías y transporte público, una medida que se frena en el no rotundo del gobierno de Iván Duque de reactivar esa zona de 2.219 kilómetros que conecta los dos países.

Bernal es una figura pública particular: monta videos en los que se muestra haciendo ejercicio en los gimnasios y parques públicos que él mismo inaugura, acompañado de hombres que parecen sus guardaespaldas, pero entrenan junto a él. Todos los reels de imágenes comienzan con la frase “saludos Táchira”, posa como si fuera un influencer fitness y alardea de su estado físico.

El gobernador defiende la teoría de que Colombia ha querido agredir a Venezuela, invadirlos supuestamente con el mismo formato de la guerra en Siria o Libia; tal vez por eso recorre la frontera con chaleco antibalas y custodiado por guardaespaldas de civil, armados con fusiles de asalto.

Freddy Bernal apenas lleva tres meses como gobernador de Táchira, pero ese cargo venía ejerciéndolo desde hace cuatro años porque Nicolás Maduro lo había designado como protector de esa zona, una figura inventada por Miraflores para los estados que no contaban con una autoridad oficialista elegida en las urnas.

En noviembre, él mismo abrió los pasos peatonales entre Colombia y Venezuela, y por esos días también reabrió los vuelos comerciales de su ciudad que estaba aislada. Empero, el policía es una de los 400 poderosos venezolanos que tiene prohibido entrar a Colombia, lo que hace difícil rastrear sus movimientos.

El alcance de Bernal, sin embargo, es limitado y la frontera es un asunto de seguridad nacional para Venezuela. Por eso, hay otras cartas que se mueven desde Caracas.

Una de ellas es el canciller Félix Plasencia, quien está moviendo también los hilos para restablecer relaciones después del 7 de agosto, otros apuntan a Tareck El Aissami, el mismo acusado de ser el cabecilla del Cartel de los Soles. Venezuela no puede poner presidente en Colombia, pero sí favorecer, o manchar, la imagen de un candidato.

La fuente de Caracas aseguró que la orden dada al Psuv es acercarse con bajo perfil porque saben que, si colaboran públicamente con alguna candidatura, sobre todo con la de Gustavo Petro, podrían terminar afectando la imagen del candidato en Colombia, a quien sus detractores desde ya comparan con Maduro y otros líderes de la izquierda latinoamericana.

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