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lunes, octubre 27, 2025
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Cacao de Guamal: cuando la articulación da frutos a largo plazo

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Hace once años, en medio del Plan de Desarrollo Municipal, liderado por el entonces alcalde, Jaime Jiménez, en Guamal -Meta-, nació un proyecto que buscaba recuperar la vocación agrícola de la región: sembrar 400 hectáreas de cacao, teniendo en cuenta que ese municipio había sido reconocido por su producción en décadas pasadas. Aunque en ese momento, la “fiebre del petróleo” desvió a muchos productores hacia la industria extractiva, un pequeño grupo de campesinos decidió apostarle al cultivo.

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De allí, surgió la Asociación de Productores de Cacao de Guamal (Asprocagua), conformada por 25 familias de la región, que le apuestan a la transformación con su marca “Palo Marcao” y la cual cuenta con una planta de transformación que es referente en el departamento, y presta servicio a los productores del Meta.

El trabajo conjunto entre la administración municipal, la Gobernación, Ecopetrol en cabeza del ingeniero Julio Zuleta, Líder Regional de Gestión Social de la época, la academia y la comunidad, ha demostrado que los procesos articulados y sostenidos en el tiempo se traducen en desarrollo económico, innovación y oportunidades.

Periódico Llanoalmundo –LL-, conversó con Juan Carlos Jaime Villamizar -JCJV-, representante legal de Asprocagua, sobre esta experiencia que hoy da frutos.

LL: ¿Qué es Asprocagua y quiénes la conforman?

JCJV: Asprocagua es una asociación integrada por 25 familias, en su mayoría de Guamal. Nacimos gracias a un proyecto impulsado por la alcaldía de Jaime Jiménez, que tenía como meta sembrar 400 hectáreas de cacao en el municipio. Yo fui uno de los beneficiarios, sembré mis primeras “maticas” y poco a poco nos fuimos enamorando del cultivo hasta consolidarnos como asociación.

LL: ¿Cuál fue el propósito inicial de la organización?

JCJV: Desde el comienzo dijimos que no queríamos limitarnos a vender grano, sino darle valor agregado al cacao. Eso implicaba contar con maquinaria, procesos de transformación y capacitación. Con la gestión ante diferentes alcaldías, recibimos apoyo en equipos, y luego con programas como Más Meta, de la Universidad de los Andes y Ecopetrol, logramos un gran impulso.

LL: ¿Qué significa para ustedes tener hoy registro Invima?

JCJV: Es un paso enorme porque abre muchas puertas. No solo da confianza a los consumidores de que están adquiriendo un producto inocuo y de calidad, sino que también nos posiciona para entrar a mercados más exigentes. Tener el concepto sanitario del Invima es todavía más importante, porque no se trata solo de recibir una resolución en el papel, sino de que los inspectores vengan directamente a la planta, verifiquen los procesos y certifiquen que cumplimos con los estándares.
Justo hace unos días recibimos la visita del Invima y obtuvimos un puntaje de 81,4 sobre 100, lo que es un resultado excelente y nos llena de orgullo. Esto nos habilita para negociar con grandes superficies, cadenas nacionales y eventualmente mercados internacionales. Además, le da un valor agregado a todos los productores que deseen maquilar con nosotros, porque podrán ofrecer su producto con la tranquilidad de que sale de una planta certificada y con el respaldo del Invima.

LL: ¿Cuánto ha costado llegar a este punto?

JCJV: Solo en maquinaria la planta está valorada en unos $1.200 millones, pero lo más importante es que todo ha sido producto de gestión. Ningún socio ha tenido que poner dinero directamente, sino que hemos logrado apoyos del municipio, la Gobernación y programas nacionales. Eso demuestra que con articulación sí se pueden consolidar proyectos.

LL: ¿Cuál es el diferencial de su chocolate frente a los sucedáneos de las grandes industrias?

JCJV: Nuestro producto es cacao real, con barras de 70%, 80% y hasta 100%. Nada de grasas vegetales añadidas, ni sucedáneos -sustancias con propiedades similares-. Queremos educar al consumidor para que lea las tablas nutricionales y entienda lo que realmente está comprando.

LL: ¿Cómo se ven hoy los asociados de Asprocagua?

JCJV: Ya no nos vemos como campesinos que venden grano, sino como empresarios que transforman y generan valor. Además, de prestar un servicio a quienes como nosotros sueñan con crecer y tener sus propias empresas. Este es el camino: empezar de cero, gestionar, persistir y creer en que el cacao puede devolverle a Guamal un lugar en el mapa productivo del Meta.

Reflexión final

La historia de Asprocagua demuestra que cuando las comunidades, el gobierno local y las empresas se articulan, los resultados no se quedan en proyectos temporales, sino que se convierten en empresas sostenibles que transforman territorios.

El cacao de Guamal vuelve a ser protagonista, puesto que ya se le referencia a nivel global, esta vez con valor agregado, marca propia y la proyección de conquistar nuevos mercados a nivel nacional y global.

/Llanoalmundo

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