Aunque solemos asociarla con los humanos, la caspa también puede afectar a los perros. Este problema dermatológico, causado por irritaciones o desequilibrios en las glándulas sebáceas, genera escamas blancas y resequedad en el pelaje. Detectarla y tratarla a tiempo es clave para evitar molestias y complicaciones en la piel de las mascotas.
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La caspa canina se manifiesta con pequeñas escamas blancas sobre el lomo o la cabeza del perro y puede estar acompañada de picazón o enrojecimiento. Si bien suele ser un trastorno leve, puede deberse a múltiples factores: desde una alimentación deficiente hasta un exceso o falta de baños, climas muy secos o incluso alergias e infecciones cutáneas. Identificar la causa es fundamental para aplicar el tratamiento adecuado.
Los veterinarios recomiendan realizar una evaluación profesional antes de iniciar cualquier tratamiento, pues cada caso requiere un enfoque distinto. Entre las medidas más efectivas están el uso de champús dermatológicos específicos, una dieta rica en ácidos grasos y vitaminas, y el cepillado regular del pelaje para mantener la piel oxigenada y libre de células muertas. También es importante limpiar con frecuencia la cama y los objetos del perro para prevenir hongos o bacterias.
Aunque la caspa en perros no suele representar un riesgo grave, puede ser un signo de otros problemas de salud, como hipotiroidismo, alergias o enfermedades de la piel. Por eso, los expertos aconsejan no ignorar los síntomas y acudir al veterinario si la descamación persiste o se agrava. Mantener una buena rutina de higiene, una alimentación equilibrada y un ambiente libre de estrés es la mejor manera de prevenir este problema y garantizar el bienestar de tu mascota.




