La exposición artística ‘Coca, Palabra-Mundo’, dentro de la agenda ‘La planta sagrada: desintoxicando narrativas alrededor de la hoja de coca’, fue inaugurada este lunes en Nueva York.
Se trata de una iniciativa de la Misión Permanente de Colombia ante la Organización de Naciones Unidas (ONU), que cuenta con el apoyo del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes, Open Society Foundations y el Colectivo Liana, y con el copatrocinio de la Misión Permanente de Bolivia ante la ONU.
“Los invito a abrir la mente y a aceptar nuestra invitación para comenzar a desintoxicar la narrativa alrededor de la planta de coca”, sostuvo Leonor Zabaleta, embajadora de Colombia ante la ONU. Hasta el 8 de noviembre se presentará esta muestra, con obras de los artistas colombianos Aimema Uai, Edisnon Ǫuiñones, Tatiana Arocha y Miguel Ángel Rojas, entre otros, como parte de una agenda política, pedagógica y cultural que apunta a ambientar la revisión crítica de la clasificación de la hoja de coca como estupefaciente.
En el marco de esta agenda, el jueves 7 de noviembre, a la 1 de la tarde, tendrá lugar un panel con la participación de Juan David Correa, Ministro de las Culturas, las Artes y los Saberes; Diego Pary, representante permanente de Bolivia ante Naciones Unidas; Wade Davis, PhD antropólogo de la Universidad de Columbia Británica (Canadá), y Teyrungumu Torres Zabaleta, físico del pueblo arhuaco. La exposición se prolongará entre el 11 de noviembre y el 17 de enero de 2025, en la sede de Open Society Foundations (Gallery 2024 West 57th Street, New York).
Hacia una nueva visión internacional de la hoja de coca
En 2023, el Estado Plurinacional de Bolivia lideró una solicitud ante la Organización Mundial de la Salud (OMS) para iniciar un proceso de revisión crítica de la clasificación de la hoja de coca, y en 2024 el Gobierno de Colombia se adhirió a esta petición, subrayando la necesidad de cambiar las políticas de fiscalización y el relato global en torno a la coca, para así comenzar a destacar sus potenciales beneficios medicinales y nutritivos.
Cabe resaltar que, en el marco de la COP16, António Guterres, secretario general de la ONU, sostuvo que “si la compra (de hoja de coca) es hecha para después reutilizarla de una forma positiva, puede impedir el tráfico”.
Alineada con la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, esta agenda cultural y académica reivindica el derecho de estos pueblos a mantener, proteger y desarrollar sus tradiciones y su identidad sin ser criminalizados, perseguidos y estigmatizados. Así mismo, busca promover espacios de diálogo multilateral en torno a la urgente reforma al sistema internacional de fiscalización de drogas.
“Esta es una iniciativa propuesta en conjunto con nuestros compañeros de la Misión permanente de Bolivia, con el fin de cuestionar la errada noción hegemónica en torno a esta planta, que aún persiste luego de varias décadas de desinformación y prejuicio, y que continúa generando violencia y víctimas inocentes en nuestros territorios”, dijo la embajadora Zabaleta.
“Por ejemplo, en la Sierra Nevada de Santa Marta, donde vive el pueblo Arhuaco, mi pueblo, la coca es una planta sagrada que se usa para el trabajo espiritual, y que es protegida y producida en pequeñas cantidades por nuestra comunidad, para garantizar la continuidad de nuestro pensamiento y sabiduría ancestral. La hoja de coca no puede seguir siendo maltratada, perseguida, ni asociada al tráfico de drogas ilícitas”, sostuvo la embajadora ante el público de delegados internacionales y personal de agencias de la ONU presentes en la inauguración de la muestra artística.
La hoja de coca ha sido parte fundamental de la vida cotidiana de los Pueblos Indígenas de la región andinoamazónica durante más de 8.000 años. Sin embargo, a pesar de su importancia espiritual, cultural y medicinal, ha sido estigmatizada a nivel internacional debido a su inclusión en la Lista I de la Convención Única sobre Estupefacientes de 1961, que la clasifica como un narcótico a la par del fentanilo y la cocaína.
Esta clasificación ha fomentado una percepción distorsionada de la planta, generando afectaciones graves para la vida y los derechos de las comunidades indígenas y campesinas que la cultivan y utilizan de manera tradicional.
/Presidencia de la República