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miércoles, junio 4, 2025
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Del hacha al binóculo: El aviturismo en el Meta necesita organización para volar alto

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El departamento del Meta ya no es una promesa en el mundo del aviturismo: es una potencia consolidada. Así lo afirmó con vehemencia Luis Antonio Erazo Madrigal, Director Ejecutivo de la Asociación de Aviturismo del Meta y coordinador regional del Global Big Day, la jornada más importante del mundo para el conteo de aves que registró 668 especies. El Meta cuenta con más de 1.100 especies registradas en la plataforma EBird, una cifra que dobla el total de especies de aves en países como Estados Unidos, liderando no solo el ranking nacional, sino que ha escalado a lo más alto del escenario global.

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“Ya no hablemos de potencial, hablemos de desarrollo y trabajo”, afirmó Erazo durante una entrevista reciente. Y razón no le falta. Con pisos térmicos que van desde los 200 hasta los 4.000 metros sobre el nivel del mar, el departamento ofrece una diversidad de hábitats que lo convierten en un paraíso natural para los amantes de las aves. Esta riqueza no solo es biológica, sino económica. Según estudios del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, un aviturista internacional gasta entre 500 y 1.000 dólares diarios. “No es una cifra que nos inventamos, ya está validada internacionalmente”, enfatiza Erazo.

El último Global Big Day reunió a más de 1.600 personas en los 29 municipios del Meta, una movilización sin precedentes en nuestro departamento, que demuestra que el avistamiento de aves ya se ha convertido en una actividad masiva, participativa y transversal. Desde clubes especializados y colegios amigos del turismo, hasta comunidades rurales y operadores privados, todos han entendido que el avistamiento de aves no es solo una experiencia contemplativa, sino una oportunidad concreta de desarrollo sostenible.

Pero para que esta oportunidad se traduzca en prosperidad, el Meta debe dar un salto cualitativo: pasar del avistamiento al aviturismo profesional. “No sabemos cobrar, nos da pena cobrar por ver pajaritos. Y eso hay que cambiarlo”, afirma Erazo. Mientras otros departamentos como Antioquia, Risaralda o Putumayo ya tienen rutas, operadores y guías que ofrecen paquetes turísticos completos, el Meta todavía carece de una estructura formal de producto turístico. Según Erazo, se deben establecer rutas combinadas de al menos cinco días que integren montaña, piedemonte y altillanura, conectando además con regiones vecinas como San José del Guaviare o Casanare.

Un cambio de mentalidad: Del hacha al binóculo

El discurso de Erazo no se queda en cifras. También hace un llamado urgente a cambiar el paradigma rural: “El campesino entiende por los ojos. Si un toro vale 30 o 40 millones de pesos, un pajarito puede representar miles de dólares al año… solo por estar ahí”. Es una visión que plantea una nueva economía rural basada en la conservación: en lugar de talar árboles para sembrar pasto, se propone preservar los hábitats para atraer turismo, inversión y empleo digno. “Si no logramos que las comunidades reciban ingresos reales por conservar, esta oportunidad histórica se puede perder”, advierte Erazo.

Hoy, en el Meta, excelentes observadores de aves están trabajando como jornaleros o guadañadores por falta de oportunidades. “Necesitamos que guías locales, que conocen su territorio, puedan ganar un millón de pesos en un solo recorrido, como ya sucede con grupos de extranjeros que pagan por una experiencia de calidad”, explica Erazo.

Formación y servicios de calidad, el nuevo reto

La profesionalización del sector es el siguiente paso. Además de guías con tarjeta profesional y Registro Nacional de Turismo, es necesario capacitar a los actores locales en atención al cliente, manejo de grupos, gastronomía adaptada al pajarero -que requiere comidas ligeras y saludables- y transporte especializado. “Estamos hablando de una cadena de valor completa que se debe activar”, insiste Erazo.

El aviturismo no es solo una actividad económica: Es una filosofía de conservación con desarrollo Trabaja con las comunidades y para las comunidades. Requiere planificación territorial, conectividad y, sobre todo, visión de largo plazo. “No se trata solo de ver aves. Se trata de transformar un modelo económico y cultural para vivir de conservar”, concluye.

Hoy, el Meta es número uno en aves. El siguiente desafío es ser número uno en organización, calidad y rentabilidad social. La biodiversidad está servida. Ahora es el momento de construir el futuro sobre las alas de las aves.

/Llaonoalmundo

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