El sueño americano ha simbolizado, por décadas, esperanza y progreso, impulsando a millones de inmigrantes a dejar sus hogares en busca de oportunidades económicas que no encuentran en sus paises de origen. Sin embargo, esta aspiración podría verse frustrada con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. El retorno del republicano al poder en 2025 promete un giro drástico en el tema migratorio, pues su agenda no solo busca terminar la construcción del muro fronterizo con México, sino también expulsar a los primeros 11 millones de inmigrantes indocumentados del país.
Trump ha argumentado “Vamos a sellar nuestras fronteras y vamos a tener que dejar a la gente que entre en el país. Queremos que la gente regrese. Tenemos que dejarlos regresar, pero lo van a tener que hacer de manera legal. Tienen que venir, pero de manera legal”, aseguró.
El flujo excesivo de migrantes ha generado impactos negativos en la economía y la seguridad de Estados Unidos, puntos con los que una parte significativa de su base electoral está de acuerdo. Desde esta perspectiva, sus políticas buscan restaurar el orden y la legalidad en los procesos migratorios, asegurando que quienes entren al país lo hagan bajo un marco regulado y controlado.
Por otro lado, estas medidas también presentan desafíos importantes. En el caso de América Latina podría enfrentar las consecuencias de deportaciones masivas que generarían una crisis humanitaria en la región, mientras que sectores de la economía estadounidense, especialmente aquellos que dependen de la mano de obra inmigrante, podrían resentirse por la pérdida de trabajadores.
El cierre de la frontera con México y la finalización del muro serán la bandera de Trump para su segundo mandato. Pero más allá de los muros físicos, el desafío será cómo equilibrar las preocupaciones legítimas sobre la migración con los valores que han definido a Estados Unidos como una tierra de oportunidades.
Este debate, lejos de tener una respuesta sencilla, continuará definiendo no solo el sueño americano, sino también las complejas dinámicas económicas para quienes viven de los dólares que llegan producto del trabajo de los inmigrantes en Estados Unidos, y que aportan al Producto Interno Bruto -PIB-, de los diferentes países, en el caso de Colombia es el 2,8%.