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miércoles, mayo 8, 2024
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El 43% apoya que se pida carné de vacunación en las oficinas, dice encuesta

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La mayoría de los colombianos quiere regresar cuanto antes a la presencialidad en sus actividades, y aunque resulte incómodo también está dispuesta a mantener el tapabocas como una prenda permanente, incluso después de haberse vacunado completamente, para evitar contagios por covid-19.

También esas mayorías tienen hoy más confianza en las vacunas contra el virus y son partidarias de imponer restricciones de acceso a lugares públicos a quienes se rehúsan a inmunizarse. Así lo sugiere una encuesta realizada por EL TIEMPO, la Universidad del Rosario, Cifras y Conceptos y la fundación Konrad Adenauer.

Las mayores intenciones de volver a la presencialidad se muestran con los restaurantes (64 por ciento), las universidades (55 por ciento) y el trabajo en oficinas (53 por ciento).

Estos indicadores reflejan claramente el espíritu de reactivación que se percibe en el ambiente, y como lo dice César Caballero, realizador de la encuesta, “la gente quiere regresar rápido a la normalidad, quiere producir, quiere trabajar, quiere ir a estudiar”.

Según la encuesta, lo que más invocan los colombianos es volver presencialmente a lugares públicos (un 38 por ciento), compartir en restaurantes (35 por ciento), y los viajes internos por el país (30 por ciento). Llama la atención que si bien estos componentes están relacionados directamente con la interacción personal, el regreso al trabajo presencial está un poco más abajo, el cual lo añora la quinta parte de los encuestados.

Y dado que para retomar la normalidad la vacunación se convierte en un factor determinante, los resultados de este análisis dejan ver que el 79 por ciento de los participantes ya se encuentran vacunados y del 21 por ciento que no lo han hecho, ocho de cada diez dejaron clara su intención de hacerlo.

En otras palabras, solo el 4 por ciento de los encuestados manifiestan abiertamente su negativa a inmunizarse con argumentos que en su mayoría se basan en desconfianza con los biológicos, en una negativa rotunda a hacerlo y el miedo a que el virus lo contagie como consecuencia del proceso.

Para el decano de la Facultad de Medicina de la Universidad del Rosario, Gustavo Quintero, esta tendencia a aceptar la vacuna es “muy positiva”. No obstante, señala Quintero, es inquietante que haya un porcentaje de la población que no quiera hacerlo, y sugiere realizar estrategias diferenciadas de información e ilustración para promocionar la vacunación, focalizada en las razones que aducen para rechazarla.

Aunque para muchos resulte incómodo, el uso de tapabocas la gran mayoría de los colombianos (el 84 por ciento) cree que esta medida debe exigirse, inclusive si se cuenta con el esquema completo de las vacunas.

Sin embargo, el 16 por ciento de las personas que no quieren usarlo se convierte en la práctica en una amenaza para todos, dado que “se ha demostrado con alto rigor de evidencia que el uso permanente y adecuado del tapabocas es una de las herramientas más efectivas para controlar la circulación del virus y en ese sentido, recomendarlo es una medida que está lejos de ser eliminada”, remata Quintero.

Y no le falta razón al decano si se tiene en cuenta que algunos países –como Israel– en los que al aumentar las coberturas de vacunación empezaron a dejar de lado la exigencia del uso del tapabocas en lugares abiertos y públicos, pero tuvieron que retomarlo cuando se generaron nuevos picos de contagio.

Además de lo anterior, vale resaltar que los colombianos son partidarios de establecer restricciones de acceso a diversos lugares de interés para las personas que han rehusado vacunarse.

De hecho, la mitad de los encuestados no quiere compartir espacio con personas sin vacunar en viajes nacionales e internacionales, eventos públicos, escenarios deportivos ni eventos masivos.

Es interesante evidenciar que con respecto a la exigencia del carné de vacunación como requisito para retornar al trabajo presencial, solo uno de cada cinco manifestó abiertamente su rechazo, mientras que el 43 por ciento dejó claro que estaría completamente de acuerdo con esta medida, en una proporción similar a quienes manifestaron su apoyo para que esto se extienda para el ingreso a restaurantes y el regreso a las clases.

Aunque demostrar que se ha vacunado es aceptado por una buena parte de los encuestados como requisito para volver al trabajo, a la hora de preguntarles qué tan de acuerdo están frente a la potencial imposición de sanciones a los empleados que rechacen la inmunización, la mayoría (36 por ciento) está en desacuerdo, en contraste con una cuarta parte de quienes respondieron que manifestaron su aceptación con la propuesta.

Frente a esto, la psicóloga Sandra Herrera dice que no hay ninguna contradicción sino que es una muestra más de que la gente es dada a pensar que en los componentes en los que está de por medio la seguridad individual, el bienestar colectivo, y las posibilidades de interacción es mejor echar mano de la voluntad, del comportamiento razonable por encima de exigencias punitivas.

En busca de ese objetivo se recomienda adoptar estímulos de todo orden, inclusive económicos, para persuadir al 21 por ciento de los que aún se resisten a la vacuna, a optar por ella. Habla de dar recompensas.

Pero también propone establecer programas de vacunación en jornadas de 24 horas y horarios extendidos, llegando hasta donde está la población renuente.

Se propone adoptar barreras restrictivas para quienes definitivamente no se quieren vacunar.

Dice que hay que “adoptar restricciones como las que vienen implementando otros sistemas jurídicos”, por ejemplo “impedir el acceso del sujeto a espectáculos públicos, a sitios donde se prestan servicios en concurrencia con otras personas (por ejemplo, restaurantes, centros comerciales, lugares de diversión, aviones), a espectáculos públicos y a otros lugares de similar condición si no tiene el certificado de vacunación contra covid-19 o la prueba negativa por PCR para el Sars- CoV-2 tomada en las últimas 72 horas”.

La Facultad de Jurisprudencia estima que aunque la vacunación contra covid-19 no es obligatoria, no se debe exigir el pasaporte de inmunización hasta que las condiciones epidemiológicas no lo indiquen y la OMS lo considere un requisito.
Pero sí sugiere adoptar como medida sustituta, en sitios de entrada al país, un seguimiento activo de una muestra de personas que ingresan por vía aérea (principalmente), terrestre o fluvial.

De esta forma, el carné de vacunación digital contra este virus debe ser una ayuda de seguimiento de eventos adversos, control médico y parte de la historia del paciente, y no de restricción.

Otra de las conclusiones es la advertencia de que podría sobrevenir un repunte alto de casos de contagio a finales de octubre, en virtud de la presencia de la variante delta, la cual tarda más o menos 11 días en duplicarse.

Las recomendaciones desde el punto de vista económico también son relevantes. Se propone modificar el Programa de Apoyo al Empleo Formal (Paef), que hoy en día reciben los propietarios de las empresas, y no los hogares más pobres. Este programa tenía sentido si se lo aplicaba durante unos cuantos meses, pero si se piensa ampliarlo, debería modificarse.

Y si se va a mantener el Paef durante el segundo semestre de 2021, tener en cuenta que este depende del stock de empleados, y no de la cantidad de empleos conservados en proporción a la caída de ingresos. Estas dos últimas variables deberían tomarse en consideración.

Asimismo, considera urgente la implementación de exenciones tributarias o subsidios a la contratación de nuevos empleos para personas jóvenes y vulnerables.

 

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