En Villavicencio, el Cabildo del Adulto Mayor reúne a líderes sociales que, lejos de la pasividad atribuida erróneamente a la vejez, se mantienen firmes, lúcidos y comprometidos con la defensa de una población históricamente relegada. Lo que para algunos es un organismo desconocido, para otros -como Luz Stella Cortés González, Hortencia Valderrama y Ceferino López Rodríguez-, es un espacio vital de representación, veeduría y lucha por garantizar vida digna a quienes ya entregaron décadas de trabajo y servicio al país.
Sus voces, unidas en un mismo propósito, revelan un panorama complejo pero también una visión clara de lo que debe transformarse.
Una estructura democrática que necesita reconocimiento real
El primer paso para dignificar la participación de las personas mayores lo dio el exdiputado Henry Fernando Ladino, quien impulsó y presentó la ordenanza 990 de 2018 que adoptó la política pública de envejecimiento y vejez para el periodo 2018-2027, abriendo el camino para que la figura del Cabildo del Adulto Mayor tuviera respaldo legal y fuerza institucional.
Desde el inicio, el Cabildo ha evolucionado hasta consolidarse con la elección popular de sus integrantes en 2023: 19 cabildantes, mayores de 60 años. Uno por cada comuna y corregimiento de Villavicencio, elegidos directamente por ciudadanos también mayores de 60 años, durante las elecciones locales. Ellos desarrollan una labor seria, formal y constante: sesiones, veedurías, revisión de programas, seguimiento a proyectos, solicitudes a entidades públicas y acompañamiento a una población que requiere atención profunda.
Sin embargo, pese al avance normativo logrado gracias a esa ordenanza, hoy el Cabildo no recibe la importancia ni el reconocimiento que la norma contempla, y esto se refleja en el trato que enfrentan sus miembros en diversas entidades.
“Llegamos a un Centro Día y nos miran como extraños”, relata Valderrama. “Nos preguntan quiénes somos. No saben qué es un cabildo”, coincide la presidenta Cortés. “No tenemos claridad, no nos tienen en cuenta”, refuerza López.
El resultado es una paradoja: existe un Cabildo legal y democrático, pero su autoridad social aún no se asimila en muchas entidades que deberían trabajar de la mano con él.
Centros Día: avances importantes, pero insuficientes ante la demanda social.
Si bien estos espacios representan un esfuerzo institucional, los cabildantes señalan graves desafíos: Hacinamiento, fallas en la atención, falta de sensibilidad en el trato, distribución inadecuada de alimentos y descuido de personas mayores con movilidad reducida, entre otros.
Doña Hortencia advierte sobre adultos mayores enfermos o en sillas de ruedas que no pueden asistir a los Centros Día y, por tanto, quedan por fuera de los beneficios. “La caracterización debe mejorar”. También dice, y pide que estas personas reciban ayudas alimentarias o económicas adicionales porque viven en abandono profundo.
La deuda con los adultos mayores invisibles
En comunas como la 8, relatos como el de doña Hortencia se repiten: abuelas y abuelos viviendo solos, hijos ausentes, casas deterioradas, enfermedades sin acompañamiento y situaciones que rayan en la negligencia social. El abandono, más que una condición material, es una herida emocional que se profundiza cada día.
La voz de don Ceferino López Rodríguez revela una realidad que va más allá del cuidado básico: para él, la dignidad del adulto mayor comienza por una ciudad inclusiva y funcional.
Señala la urgencia de mejorar las vías, andenes y rampas, hoy obstaculizados por huecos y vendedores ambulantes, lo que convierte la simple acción de caminar en un riesgo. También denuncia la discriminación laboral que excluye a las personas mayores desde los 40 años, dejando sin opciones a quienes aún tienen fuerza, capacidades y deseos de trabajar; por eso propone granjas integrales y proyectos productivos en terrenos del Estado.
Su mirada se extiende a la vivienda, donde muchos ancianos viven arrendados o en ranchos sin acceso a mejoramientos, y al abandono de la ciudad como único municipio del Meta sin un Centro Vida propio.
Finalmente, cuestiona la injusticia de las listas de espera para el subsidio del adulto mayor, donde cientos -incluyendo personas de más de 80 años- mueren antes de ser incluidos. En conjunto, su perspectiva clama por infraestructura digna, oportunidades reales y una priorización humana que deje de condenar a los adultos mayores al olvido.
Los cabildantes evidencian que es necesario hacer cambios que dignifiquen a los abuelos: Hacer caracterizaciones reales, no solo en papel. A la vez que, se garantice que los beneficios se asignen antes de que sea demasiado tarde.
Reflexión final: el Cabildo del Adulto Mayor es una necesidad moral y política
Los testimonios de las señoras Cortés y Valderrama y del señor López, coinciden en un mismo mensaje: la dignidad de las personas mayores no puede seguir siendo un tema secundario.
El Cabildo es una herramienta poderosa de participación ciudadana, pero necesita reconocimiento, articulación interinstitucional y voluntad política para ser realmente efectivo.
“Los adultos mayores no son “cargas”: son memoria viva, fuerza comunitaria, sabiduría ancestral y seres humanos con derechos incuestionables que requieren protección. Ignorar su voz es ignorar nuestro propio futuro. Porque cada uno de nosotros, algún día, caminará por las mismas calles, enfrentará las mismas barreras y necesitará la misma protección que hoy se reclama”, Stella Cortés.




