En una emotiva ceremonia adelantada en Apiay, Meta, un grupo de consagrados soldados recibió oficialmente las armas del Estado, símbolo de su compromiso con la defensa y protección de los colombianos. En presencia de sus superiores, familiares y autoridades militares, estos hombres y mujeres dieron un paso trascendental en su formación, asumiendo con honor y responsabilidad su papel dentro de las Fuerzas Militares de Colombia.
El acto solemne adelantado por la Séptima Brigada del Ejército Nacional, que tuvo lugar en el Cantón Militar de Apiay, inició con la entonación del himno nacional como un símbolo de compromiso con la paz, el orden y la soberanía nacional. Cada uno de los soldados representan el esfuerzo, la disciplina y el sacrificio que nuestra nación necesita para seguir adelante.
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Un compromiso con la nación
Los soldados, visiblemente emocionados, recibieron sus armas en un acto de gran significado, en el que cada uno reafirmó su deber de servir con lealtad y honor. Sus familiares, quienes han sido su mayor apoyo en este proceso, presenciaron con orgullo el momento en que sus hijos y hermanos asumieron la responsabilidad de velar por la seguridad del país.
La importancia de la formación militar
La formación de estos soldados ha estado marcada por un riguroso entrenamiento físico y táctico, así como por la instrucción en valores fundamentales como el respeto, la disciplina y el compromiso con los derechos humanos. A partir de este momento, estarán listos para integrarse a sus respectivas unidades y participar en misiones de seguridad y defensa en el departamento del Meta.
El evento concluyó con un desfile militar en el que los soldados demostraron su preparación y espíritu de servicio, ante los aplausos de sus familias y comandantes. La entrega de armas no solo simboliza la confianza del Estado en estos nuevos defensores de la patria, sino también el respaldo de toda una nación que confía en su valentía y entrega.
Una misión de honor
Con este acto, la Séptima Brigada reafirma su compromiso con la seguridad y estabilidad del país, garantizando que cada soldado esté preparado para enfrentar los desafíos que impone la defensa del departamento del Meta.
Los nuevos soldados, ahora investidos con la responsabilidad de portar las armas del Estado, emprenden un camino de servicio y sacrificio en favor de todos los colombianos. Su valentía y dedicación son el reflejo del espíritu inquebrantable de nuestras fuerzas armadas, quienes día a día trabajan por la paz y el bienestar del país.
/Ejército IV División