Desde el pie de monte llanero hasta las galerías de México, Jennifer Beltrán Castillo ha tejido un puente de color, fuerza y sensibilidad entre dos culturas unidas por la pasión y el alma artística. Nacida en la “Puerta del Llano colombiano”, esta talentosa artista plástica ha convertido su historia en una obra viva, donde cada pincelada refleja la identidad de su tierra y el espíritu indomable de la mujer que se atreve a soñar.
Aunque su formación profesional la llevó por caminos industriales, fue el arte quien la reclamó como suya. Hoy, Jennifer pinta desde México, llevando en sus manos la esencia del paisaje llanero, los caballos que simbolizan libertad, y la voz de una generación de mujeres que se abren paso en un mundo donde el talento y la sensibilidad no tienen género ni fronteras.
Periódico Llanoalmundo -LL-, conversó con Jennifer Castillo -JC-, quien habló de su experiencia de vida y esta nueva etapa que hoy la llena de satisfacción.
LL: ¿Quién es Jennifer Castillo?
JC: Soy una mujer llanera, nacida en una vereda, orgullosa de mis raíces y de mi cultura. Desde niña tuve una gran sensibilidad hacia el arte y la naturaleza. Aunque mi camino profesional empezó lejos de los pinceles, el arte siempre ha sido parte de mí. Hoy puedo decir que soy una artista plástica que encontró en la pintura y la escultura una forma de expresar el alma del Llano y la fuerza interior de la mujer.
LL: ¿Cómo fue su formación profesional y artística?
JC: Mi formación fue primero técnica y profesional, enfocada en el área industrial. Estudié una técnica en Seguridad Industrial y luego Ingeniería Industrial en el CIDCA. Trabajé varios años en México, en empresas siderúrgicas, incluso en cargos de jefatura.
Pero, desde niña, el arte me acompañó. Recuerdo que en el colegio Francisco Torres León pintaba paisajes y caballos. Tenía unos 10 años cuando hice mi primer caballo al óleo, y desde entonces supe que esa conexión con el arte era algo muy profundo. Aunque lo vi por mucho tiempo como un hobby, hoy entiendo que era mi verdadera vocación.
LL: ¿Cómo una ingeniera se convierte en artista plástica?
JC: Creo que el arte nunca me dejó. Siempre estuvo ahí, esperando su momento. Cuando vivía en México y tenía un trabajo estable, sentí la necesidad de expresarme de otra manera, de liberar emociones. Volví a pintar y fue como reencontrarme conmigo misma.
El arte se convirtió en mi terapia, en mi desahogo. Cada trazo era una forma de sanar y de recordar mis raíces llaneras. Fue entonces cuando comprendí que no era solo un pasatiempo, sino mi propósito de vida.
LL: ¿Cómo es tu proceso creativo?
LC: Mi proceso creativo nace de la emoción. No siempre parto de una idea concreta; muchas veces pinto movida por lo que siento. Puedo pasar horas frente al lienzo sin darme cuenta del tiempo. Pinto cuando tengo alegría, nostalgia o gratitud.
El arte me permite transformar las emociones en color, textura y movimiento. Cada obra es una conversación conmigo misma y con Dios. Es un proceso muy espiritual y liberador.
LL: El caballo es un símbolo recurrente en su obra. ¿Qué representa para usted?
JC: El caballo es el alma de mi pintura. Desde pequeña he tenido una conexión especial con ellos. Representan la fuerza, la libertad, la sabiduría y la nobleza. Son, además, una metáfora de la mujer llanera: fuerte, valiente, elegante, pero también sensible y espiritual.
En México, mi arte ha tenido gran acogida precisamente por eso. La cultura charra también valora profundamente al caballo, así que mi trabajo ha encontrado un punto de encuentro entre lo llanero y lo mexicano.
LL: ¿Cómo ha influido México en tu arte?
JC: México me ha transformado. Es un país lleno de color, cultura y simbolismo. Me inspira ver cómo el arte es parte de su vida cotidiana. Admiro profundamente a artistas como Frida Kahlo, por su fuerza, autenticidad y capacidad de plasmar el dolor y la belleza en una misma obra.
Vivir aquí me ha permitido explorar colores más vivos, contrastes más fuertes y una visión más amplia del arte. También he descubierto que tanto los llaneros como los mexicanos compartimos una gran pasión por nuestras raíces.
LL: ¿Cómo se proyecta a futuro como artista?
JC: Me considero una artista emergente, pero con una visión clara. Mi sueño es consolidarme profesionalmente, tener más formación artística y representar al Meta en escenarios internacionales.
Hace poco fui invitada a una exposición en Grecia, algo que nunca imaginé. Me emociona ver cómo mis obras están viajando más allá de Colombia y México. En cinco años me visualizo exponiendo en galerías de otros países, llevando siempre conmigo el nombre del Llano y el de Colombia.
LL: Como mujer, ¿Cómo ha sido abrirse paso en un medio tradicionalmente masculino?
JC: Ha sido un desafío, pero también una oportunidad. El arte, como muchos otros espacios, ha estado marcado por figuras masculinas, pero las mujeres hemos demostrado que también tenemos voz, sensibilidad y fuerza.
Durante mucho tiempo dudé de mí misma, por miedo al qué dirán. Pero entendí que si uno no cree en su propio talento, nadie más lo hará. Hoy me siento orgullosa de representar a las mujeres que trabajan, crean, sueñan y no se rinden.
Mi mensaje para ellas es claro: no abandonen sus sueños, sin importar la edad o las circunstancias. Siempre hay tiempo para empezar de nuevo.
LL: ¿A quién agradece por sus logros?
JC: Le debo todo a Dios. Él es el mejor artista, el verdadero creador. Todo lo que los pintores tratamos de plasmar en un lienzo -la luz, el cielo, las montañas, la vida- ya fue hecho por Él.
También agradezco profundamente a mi familia: mis padres, mis abuelos, mi esposo. Ellos han sido mi apoyo constante. Su amor me ha dado la fuerza para seguir adelante cuando los caminos se ponen difíciles.
LL: Para finalizar, ¿Qué enseñanza desea compartir con su historia de vida?
JC: Que los sueños no tienen fecha de vencimiento. A veces la vida nos lleva por caminos distintos, pero lo que es para uno, llega.
Hoy puedo decir que el arte me reconectó con mi esencia, con mi fe y con mis raíces. Todo lo que hago lo hago con amor, y si mi historia inspira a alguien más a creer en sí mismo, entonces mi propósito se está cumpliendo.
/Llanoalmundo
