El lunes 28 de Julio vivimos las 10 horas más incoherentes en la historia jurídica del país, allí estaba la juez Henao con mil hojas por leer en un intento de justificar lo injustificable, pero, en fin, esas son cosas de la justicia y Álvaro Uribe Vélez tendrá su segunda instancia en donde millones de colombianos depositamos la confianza en la justicia, la imparcialidad y las instituciones.
Haciéndonos a un lado del bochornoso espectáculo jurídico y haciendo la salvedad de que somos respetuosos de la justicia, que, aunque cojea, sabemos que llegará, hoy nos ocuparemos de la batalla cultural y política que la izquierda americana ha librado en las últimas décadas y que ahora ostentando el poder al parecer han logrado: la eliminación política, jurídica, mediática y hasta personal del contrincante, una ruta muy bien trazada desde la Patagonia hasta Washington y que pacientemente durante los años sistemáticamente han ejecutado.
Han sido largos los lustros en los que evocaban frases sin sentido, mentiras, persecuciones jurídicas o cifras amañadas contra Duque, Uribe, Bolsonaro, Macri, Piñera, Bukele y hasta el mismo Donald Trump, siempre buscando el escarnio público y la condena judicial que deslegitime sus importantes logros, frecuentemente contra los grupos ilegales que tanto respetan desde la misma izquierda o el avance económico de estas naciones que contrasta con el aumento de la pobreza en los gobiernos socialistas de la región.
Se trazaron triunfar en el relato y lo estaban logrando, ganaron elecciones, y con cada una de ellas, lograron poner en evidencia que su relato más allá de ser una mentira sofisticada para conseguir votos, es una forma de pensar que solo busca ganarle al contrario político. Así, todos pierdan en la sociedad -el egoísmo en su máxima expresión-.
Pero no todo estuvo perdido en estos años, fueron millones de jóvenes en el continente que crecieron con la visión política anti-sistema, justamente cuando el relato del sistema era ellos mismos, aunque hábiles en sus formas de comunicar y realizar la batalla cultural a través de todo tipo de artilugios, no fueron capaces de ver que estaban alimentando a una generación que los juzgaría por sus precarios logros y que verían en la historia anterior la evidencia de que fueron engañados.
Fue muy grato ver que, desde el lunes, son miles o tal vez millones de jóvenes en Colombia los que han salido a respaldar al Gran Colombiano, tal y como las encuestas lo demuestran, la izquierda pierde influencia en los jóvenes y la derecha aumenta su aceptación en los mismos -tendencia a nivel continental-.
Así que, la pregunta es: ¿Lo consiguieron? Me atrevo a contestar contundentemente un NO, de esta saldremos aún más fuertes y victoriosos y con nosotros la democracia y las instituciones, porque un golpe contra Uribe es un golpe contra la democracia y la mayoría de los colombianos.