La advertencia de una aeronave que despegó de una pista clandestina de Venezuela fue el paso definitivo para lograr la detención de un narcojet, el cual habría sido enviado por la Nueva Marquetalia a Centroamérica y fue obligado a aterrizar en Petén (Guatemala), tras su localización por autoridades internacionales.
Según el informe de la Fiscalía, el vehículo transportaba más de una tonelada de cocaína que era esperada por contactos del cartel mexicano de Jalisco Nueva Generación. De acuerdo con los cálculos preliminares, el valor del cargamento superaría los 32 millones de dólares en Estados Unidos.
Los bloques de sustancia encontrados durante las inspecciones estaban marcados con un “G1”, logo que fue visto en otros bloques de estupefacientes en junio del año pasado, cuando se halló un complejo narcotraficante en zona rural de Tumaco (Nariño), utilizado “para producir cocaína en el pacífico nariñense, trasladarlo a la frontera con Venezuela y enviarla vía aérea a Centroamérica”, como lo confirmó el director del Cuerpo Técnico de Investigación (CTI), Alberto Acevedo Quintero.
Este primer descubrimiento le habría permitido al CTI de la Fiscalía –en trabajo conjunto con el Ejército Nacional y la agencia estadounidense DEA– conocer el andamiaje criminal dispuesto para procesar y sacar toneladas de clorhidrato de cocaína con destino a Centroamérica, según información del ente investigador.
“Distintas labores de policía judicial y operaciones realizadas en varios puntos del país evidenciaron que los alijos rotulados como ‘G1’, al parecer, salían de centros de producción ilegal en Tumaco, en diferentes cantidades que no superaban los 100 kilogramos”, confirmó la Fiscalía.
Presuntamente, la cocaína era camuflada en vehículos de carga y trasladada a Cúcuta (Norte de Santander), donde se acopiaba hasta completar la tonelada y coordinar su paso a Venezuela.