Con su plástico hicieron compras por 11 millones de pesos en un establecimiento comercial en Bogotá.
Carolina Soto, excodirectora del Banco de la República y esposa del exprecandidato presidencial Alejandro Gaviria.
La excodirectora del Banco de la República, Carolina Soto, denunció en sus redes sociales que fue víctima del denominado “cambiazo”, una modalidad de fraude bancario en el cual los estafadores intercambian la tarjeta de débito o crédito de la víctima por otra falsa.
Lo más preocupante del caso de la economista –esposa del exprecandidato presidencial Alejandro Gaviria–, es que los estafadores fueron hasta su casa para concretar el intercambio de la tarjeta, después de indicarle que su tarjeta de crédito necesitaba una supuesta “actualización”.
le generó una pérdida de 11 millones de pesos, los cuales provinieron de tres millonarias compras en un establecimiento comercial en Bogotá.
La excodirectora indicó que el hecho se presentó el pasado 10 de marzo cuando “me timbró el celular de un número particular (…) y me dijeron que me llamaban de mi banco para decirme que habían realizado una actualización de la tarjeta de crédito, terminada en XXXX y me preguntaban si podían hacerme entrega de la nueva tarjeta al día siguiente”, contó Soto.
La economista aceptó la entrega de la nueva tarjeta un día después, es decir, el 11 de marzo, y narró que después de esta llamada la contactaron de nuevo, desde un número particular, para confirmar los números en los que terminaba la tarjeta.
En menos de 24 horas estaría en su unidad la persona que le haría entrega de la nueva tarjeta. Hoy, al pensar en la estafa a Soto le parece curioso que a pesar de que esta se anunció y ella autorizó el ingreso al apartamento, la llamaron para preguntarle si ya había llegado y si se había identificado.
Una vez en el apartamento, señaló que le llamó la atención que la persona no era un domiciliario como se acostumbra en estos casos sino que era “una señora de edad media vestida con un traje rojo y con el cabello recogido, como si fuera una azafata de Avianca”.
A Soto, le indicaron por teléfono que podía hacer entrega de la tarjeta anterior: “La señora me la pide, aunque no tendría porqué, se la entrego, saca unas tijeras y la empieza a cortar en mil pedacitos. Yo le dije que era suficiente con cortarla por la mitad y me dijo que fue por seguridad”.
Pasó un tiempo y cuando intentó hacer uso de su tarjeta de crédito nueva no fue posible. La economista lo atribuyó a que se encontraba de viaje en México y no había notificado a su banco con anterioridad. Sin embargo, cuando regresó a Colombia, el 26 marzo, recibió una llamada del área de fraudes de su banco desde un número oficial, en esta le preguntaron si había hecho una compra de cuatro millones de pesos en un establecimiento comercial.
“Después miré en la página del banco y ese mismo día aparecían tres compras diferentes que sumaban 11 millones de pesos”, contó Soto. En conversación con el banco, entendió que las compras no aparecían registradas con la nueva numeración de la tarjeta que había recibido: fueron hechas con su tarjeta anterior, la misma que frente a ella cortaron a pedazos.
“Yo creo que se quedaron con el chip”, supuso Soto.
Después de la estafa, la economista se comunicó con su banco y reportó la nueva numeración. En este momento, se encuentra a la espera de una respuesta para ver si es posible la recuperación de su dinero. También anunció que emprendió acción judicial contra los responsables de la estafa.
Para evitar los cambiazos, las autoridades bancarias recomiendan no contestar llamadas de números particulares o mensajes por medios de comunicación no oficiales de los bancos, no aceptar ayuda de personas desconocidas en cajeros, datáfonos u otros escenarios, también usar y guardar inmediatamente las tarjetas, revisar periódicamente el estado de cuenta e informar posibles anomalías. Finalmente, solo los usuarios de las tarjetas pueden destruirlas, ningún empleador bancario puede hacerlo.