Recientemente fue viral un video donde un jugador brasilero en un partido de Copa Libertadores, al ver que un jugador venezolano tenia parte de sus guayos envueltos en esparadrapo, llamó al utilero de su equipo y le dijo que le diera uno de sus pares de guayos al jugador patriota. Esto muestra que la situación de Venezuela no es parte de una retórica, no es un cuento, es una realidad, jugadores profesionales de fútbol de los equipos venezolanos juegan para ganarse un pan porque no encuentran otras posibilidades, y al exterior van unos pocos. El deporte de los vecinos fue grandioso en el atletismo, el béisbol, las pesas y los deportes de combate. Venezuela en los Juegos Suramericanos siempre fue un rival importante. Hoy, sinceramente cuando uno ve las imágenes de los escenarios deportivos y habla con los deportistas venezolanos llega a la conclusión de que viven momentos difíciles, que no tienen implementación deportiva, ni un respaldo médico y psicológico que les permita competir en igualdad de condiciones.
Todo este panorama lo traigo a colación porque así empezó el deporte en Venezuela, con muy malos administradores, con un presidente del Comité Olímpico Venezolano que era hermano del fallecido dictador Hugo Chávez y donde se dedicaron a regar su ideología por todo el continente con promesas a deportistas que nunca cumplieron, y poco a poco, como todo el país, se fueron al abismo. En el caso de Colombia, lleva 20 meses de gobierno y el deporte ha retrocedido 15 años. Primero una ministra de las raíces del deporte como María Isabel Urrutia con la cual se contaba por las experiencias vividas y el pleno conocimiento del deporte competitivo. Fue un terrible fiasco, pero adicionalmente salió con todas las investigaciones posibles por el mal manejo de los recursos. Después llegó otra ministra que no vale la pena ni mencionarla porque pasó con más pena que gloria y su gran logro fue haber viajado a los Juegos Panamericanos de Chile a ratificar que Colombia sería sede de estos juegos cuando ella misma sabía que había una orden presidencial de no girarle recursos a Panam Sports, pero, sin embargo, ella, si se gastó los viáticos de ir a Chile a batir una bandera y a crear una expectativa que se convirtió en una vergüenza para Colombia a nivel mundial.
Las gobernaciones y alcaldías están sustentando el deporte porque desde el Ministerio se acabó la inversión, hay una división total de funcionarios y hasta hoy se están jugando las semifinales y las finales de los Juegos Intercolegiados, que el año pasado nunca se terminaron, dejando deportistas del nivel escolar frustrados. La actual ministra Luz Cristina López es una licenciada en educación física, abogada y administradora de empresas, lo que significa que por títulos debe hacer un gran trabajo porque el conocimiento lo tiene, pero el problema sigue siendo el mismo, un presidente que un día le dice a los deportistas que hará todo por ellos y al otro día dice que el Ministerio del Deporte no sirve para nada, claro, no le sirve a un presidente que no le puede meter ideología porque los deportistas no fueron hechos ni ideologizados para seguir a un régimen. Y esa es la ventaja que tenemos sobre Venezuela, donde un técnico como Rafael Dudamell renunció a la Federación Venezolana de Fútbol, cuando el actual dictador Nicolás Maduro quiso utilizar el onceno patrio para hacer política barata.
Ojalá en este nuevo ministerio la función misional que es lo mínimo que puede hacer una entidad del estado, se cumpla y que se le empiece a girar los recursos a los deportistas que andan por el mundo “de su cuenta”, como dicen en Antioquia, participando en los clasificatorios a los Juegos Olímpicos para no perder esos cupos con un Comité Olímpico Colombiano maniatado, maltratado y sin la autonomía que debe tener para escoger, entrenar y clasificar a los deportistas que van a juegos olímpicos. Y así, volviendo al tema de nuestros “pares” venezolanos que viven momentos muy difíciles, ojalá ese espejo nos diga lo que puede pasar en Colombia, en un gobierno que cada día sale con un cuento diferente y en el que nada es lógico sino ideológico.
