Por: Héctor Andrés Pedraza Alcántara, Psicólogo – Coach Personal y Ejecutivo
El desarrollo de habilidades en una organización permite salvaguardar el capital humano, evitando la fuga de talentos. Por ello, es responsabilidad de las empresas en cabeza de sus gerentes, departamentos de talento humano, entre otras áreas afines, planear y ejecutar actividades para potenciar las destrezas personales y laborales de sus colaboradores, a través de herramientas que les permita a ellos y a los líderes adaptarse a los diferentes cambios. Esto implica, por ejemplo, aprender a delegar, influir, innovar, y a trabajar como equipos de alto rendimiento. El resultado: ser más competitivos.
No es coincidencia que las empresas más exitosas contemplen dentro de sus planes y presupuestos el acompañamiento de coaches, psicólogos, y mentores. Robin Sharma en su libro “El Club de las 5 de la Mañana” indica que “Todos los atletas profesionales tienen entrenadores de alto rendimiento, y los empresarios extraordinarios también”. En el liderazgo no solo priman los títulos académicos, también es importante potenciar el desarrollo de habilidades blandas, (inteligencia emocional, adaptación al cambio, etc). No solo debe haber interés por lo que saben los líderes, sino por su capacidad de relación, es decir, deben desarrollar una comunicación clara, y escuchar lo que sus colaboradores y la organización esperan de ellos (sus resultados). Saber trabajar en equipo.
De allí, la importancia de formar al talento humano para que cumplan con los objetivos de la organización. La idea es que el líder debe estar en la capacidad de transmitir su conocimiento y añadir valor al desarrollo de sus colaboradores, en pro de los resultados empresariales, dependiendo de su realidad y el mercado en el que se encuentra. Así, “Todos somos diamantes en proceso de ser pulidos por el líder”. La formación no solo es fuente de aprendizaje como parte del crecimiento individual y colectivo de la empresa, sino un valor indispensable, que mantiene productividad, estabilidad, y posicionamiento, asegurando así, el progreso, y crecimiento de la organización.
De esta manera, la continua formación dentro de la organización aumenta la motivación, su sentido de pertenencia y el deseo de dar esa milla de más. Y, cuando hay compromiso y motivación de los empleados se reduce el ausentismo en un 41% y aumenta la rentabilidad en un 21%. Así lo demuestran los recientes estudios de Gallup, y aunque no es garantía que el 100% del talento humano permanezca, sí presenta una alta posibilidad, de que al sentir que cuentan con oportunidades de desarrollo, uso de destrezas; sumado al sentimiento de progreso, lo hagan, no siendo retenidos, sino fidelizados.
Finalmente, si su empresa invierte en la formación de su talento humano, muchas personas querrán pertenecer a ella y desearán quedarse. ¿Tu empresa promueve una cultura de aprendizaje?
