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Así lo considera Héctor García Botero, director del programa de Antropología de la Universidad del Rosario, al señalar que hay una oportunidad para debatir acerca de la repatriación de estos objetos más allá de las posiciones opuestas que ambas naciones han expresado acerca de la legalidad de la situación desde hace más de cuatro décadas.
El 15 de mayo se dio a conocer a la opinión pública que el pasado 9 de mayo el Gobierno Nacional, en carta firmada por la Cancillería y el Ministerio de Cultura, solicitó de manera oficial al gobierno de España la repatriación del “Tesoro Quimbaya” o “Tesoro de los Quimbayas”.
Este conjunto de artefactos prehispánicos está custodiado por el Museo de América en Madrid y fueron encontrados en la región del Cauca Medio a finales del siglo XIX, cuando fueron regalados por un representante del gobierno colombiano de la época a la monarquía española.
A diferencia de peticiones anteriores, el Gobierno colombiano plantea su solicitud en el marco de “la profunda importancia que el gobierno español otorga a las agendas globales en su reflexión en torno a la descolonización y el papel de los museos frente a dicho proceso”.
Para Héctor García Botero, director del programa de Antropología Escuela de Ciencias Humanas de la Universidad del Rosario, “el cambio de estrategia del Gobierno es acertado, pues ofrece una oportunidad para debatir acerca de la repatriación de estos objetos más allá de las posiciones opuestas que ambas naciones han expresado acerca de la legalidad de la situación desde hace más de cuatro décadas. Mientras que España no duda de la legitimidad de sus derechos sobre los artefactos, Colombia juzga la presencia de la Colección Quimbaya por fuera de nuestro país como el resultado de una cadena de hechos tan ilegales como ilegítimos”.
“La propuesta de enmarcar la petición en las coordenadas de los debates contemporáneos sobre descolonización y museos la convierte en un escenario propicio para la deliberación y el debate mucho más flexible de lo que se ha podido dar hasta la fecha”, dijo García, quien trabajó por 12 años como curador del Museo del Oro.
Explica el antropólogo que “dado que la descolonización no solo consiste en el desmantelamiento de las estructuras oficiales de sometimiento y dominación colonial, sino también en la erradicación y reparación de
los efectos que dichas estructuras continúan teniendo en el presente, la pregunta por el hecho de que la Colección Quimbaya se encuentre fuera de Colombia trasciende necesariamente la discusión acerca de los marcos legales para examinar el acontecimiento histórico”.
Agrega García que “la estrategia diplomático-cultural colombiana expresada en la comunicación es acertada porque obliga a los representantes del gobierno español no tanto a defender la legalidad de lo que pasó en el siglo XIX, sino a justificar la legitimidad de lo que pasa en el siglo XXI. En otras palabras, se les pide que respondan por qué es hoy legítimo, para ellos, mantener en España uno de los conjuntos de orfebrería prehispánica procedente de Colombia más importantes del mundo”.
¿Colección Quimbaya en territorio nacional puede reivindicar la soberanía cultural?
El director del programa de Antropología de la Universidad del Rosario indica que “la exigencia de argumentación también es alta para la contraparte colombiana. En vez de construir su posición con base en el argumento legalista para juzgar los acontecimientos que llevaron a que la Colección Quimbaya esté en el Museo de América, es necesario exponer por qué la repatriación es una acción necesaria, y muy probablemente no suficiente, para la descolonización del patrimonio cultural colombiano”.
Al respecto, el académico pregunta: ¿Cómo imagina el gobierno colombiano que la presencia material de la Colección Quimbaya en el territorio nacional puede “reivindicar la soberanía cultural” en el marco de los procesos de descolonización? ¿Cuál sería la reconfiguración de las relaciones de cooperación que han existido entre instituciones e investigadores españoles y colombianos durante casi medio siglo para la conservación, divulgación y mejor comprensión de estos artefactos en este nuevo escenario? ¿De qué maneras justificaría el Ministerio de Cultura la localización de estos objetos en uno u otro museo nacional? ¿O, por el contrario, será preciso proponer otras instituciones, otras formas de tener y exhibir estos objetos para, efectivamente, avanzar hacia la descolonización?
Indica García que la carta del Gobierno Nacional es también una interpelación directa a la ciudadanía colombiana para que discuta activamente la relación que tiene con su patrimonio arqueológico y, en particular, con los materiales orfebres de la época prehispánica.
“Para discutir, por ejemplo y entre muchos otros asuntos, sobre las atávicas asociaciones entre la leyenda de El Dorado y los deseos de riqueza inmediata e infinita o sobre la vinculación histórica entre los procesos de expansión de la frontera agrícola y la conformación de las colecciones arqueológicas de los museos nacionales”, explicó el antropólogo.
Afirma el académico que “no todo puede quedar contenido y expuesto en una carta que tiene poco más de una página de extensión. Mejor haríamos en leerla como la punta de un iceberg: esta pequeña porción que es visible para nosotros nos anuncia que por debajo de ella hay canales diplomáticos activos sobre el asunto que han incluido ya, entre otras acciones, espacios de discusión pública organizados conjuntamente por representantes de ambas partes, como las Jornadas de Arqueología Quimbaya: Musealización y Patrimonio realizadas en el 2023 por el Museo de América y el Instituto Colombiano de Antropología e Historia, disponibles de manera gratuita en YouTube”.
Para el director del programa de Antropología Escuela de Ciencias Humanas de la Universidad del Rosario, le corresponde ahora al gobierno español manifestar su respuesta ante la petición y los términos propuestos por el gobierno colombiano para establecer si, además de ser una estrategia acertada como planteamiento, resultó efectiva como diplomacia.
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